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Intolerancias alimentarias: cómo ayudar a los padres y madres a afrontarlas

¿Sabías que la intolerancia alimentaria afecta hasta al 20% de la población, según informa Medical News Today? Ya no se limita a la intolerancia al gluten y a los lácteos. El trigo, la cebada, la leche, el queso, los guineos, los aguacates y otros alimentos pueden ser los culpables. ¿Es tu hijo o hija parte de este 20%?


Las intolerancias alimentarias pueden manifestarse de forma diferente en los niños y las niñas, y los síntomas pueden variar en cuanto a gravedad. Exploremos las causas, centrándonos en el increíble nervio vago, que desempeña un papel importante en la comunicación cerebro-intestino de tu hijo o hija.


La intolerancia alimentaria, a veces denominada sensibilidad alimentaria, se produce cuando el sistema digestivo tiene dificultades para descomponer algunos alimentos. El intestino se vuelve sensible a determinados alimentos, y tiene dificultades para tolerarlos. Cuando un niño o una niña con intolerancia alimentaria consume estos alimentos problemáticos, puede experimentar gases, diarrea y dolor abdominal.


Eliminar los alimentos problemáticos puede ser útil para aliviar los síntomas, pero más allá de eso, necesitamos entender por qué el intestino y el sistema digestivo son tan sensibles y están tan afectados.


Para comprender realmente la causa de la intolerancia alimentaria de tu hijo o hija, debemos examinar la comunicación entre el cerebro y el intestino, que es impulsada por el nervio vago. Este gran nervio sensorial se extiende desde el tronco encefálico hasta el sistema digestivo, con varias paradas en el camino. El nervio vago puede desempeñar un papel crucial en muchos de los problemas de salud de tu hijo o hija, especialmente los digestivos.


Además, debido a la fuerte conexión entre el intestino y el cerebro a través del nervio vago, las intolerancias alimentarias pueden tener efectos negativos sobre el sueño, el comportamiento, las emociones y la regulación del estado de ánimo de tu hijo o hija, lo que intensifica aún más esta lucha para toda la familia.


Cuando empezamos a profundizar, podemos descubrir que uno de los factores influyentes puede ser algún tipo de trauma en su proceso de nacimiento, como un parto prolongado, el uso de fórceps, “vacuum” o cesárea. Cualquiera de estos tipos de intervenciones puede causar un trauma físico que provoque una subluxación y una respuesta de estrés en el sistema neurológico. Concretamente, pueden verse afectadas la parte superior del cuello y la región del tronco encefálico, donde se origina y comunica el nervio vago.


Este desequilibrio del nervio vago puede afectar negativamente el funcionamiento del intestino, y provocar problemas de absorción, digestión y eliminación de alimentos y toxinas. La alteración de las señales al intestino puede dar lugar a un aumento de la inflamación y la susceptibilidad a algunos alimentos, y convertir sensibilidades leves en intolerancias graves. Esto también explica el que las primeras señales hayan sido reflujo, cólicos o problemas inmunitarios.


Como quiropráctica pediátrica con enfoque neurológico, creo en empezar desde el principio y proporcionar un plan de cuidado personalizado para las necesidades únicas de cada niño y niña. Profundizo en el historial clínico de tu hijo o hija, e identifico los desencadenantes y las causas utilizando la tecnología de estudios computadorizados, INSiGHT. Estos estudios ayudan a localizar subluxaciones dentro del sistema nervioso, y proporcionan información valiosa para determinar el cuidado quiropráctico adecuado para cada caso.


Mediante la comprensión de la función del nervio vago y la búsqueda de cuidado quiropráctico con enfoque neurológico, puedes darle las herramientas al cuerpo de tu hijo o hija para que funcione de manera óptima. Nuestra meta es que todos los niños y las niñas disfruten de un desarrollo saludable, y que puedan disfrutar todas las etapas.






 
 
 

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